Turok 2: Seeds of Evil

A finales de 1998, los afortunados usuarios de Nintendo 64 recibieron en poco espacio de tiempo dos de los lanzamientos más recordados de la consola: The Legend of Zelda: Ocarina of Time y Turok 2: Seeds of Evil. Para señalar la importancia de estos títulos, se sustituyó el clásico color gris de los cartuchos por dos tonalidades especiales: el tono dorado para la aventura de Link y el color negro para el cazador de dinosaurios.

El personaje del juego está basado en un antiguo cómic de los años 50 que narraba las aventuras de los Turok, guerreros ancestrales encargados de proteger la tierra de las criaturas de otro mundo paralelo y salvaje. En Turok 2 encarnamos a Joshua Fireseed y debemos hacer frente a toda clase de animales y humanoides prehistóricos para localizar y eliminar a Primagen, una temible criatura alienígena.

Turok 2: Seeds of Evil está considerada la mejor entrega dentro de la serie. Fue uno de los primeros títulos en utilizar y exprimir el Expansion Pack, dispositivo que añade 4MB de Ram extra a la N64 ofreciendo una mayor resolución gráfica y un nivel más estable de imágenes por segundo. Hizo maravillas en otros títulos como Star Wars: Rogue Squadron y en la otra gran joya de Acclaim: Shadowman.

Este salvaje juego de disparos en primera persona tuvo que competir directamente con el mítico Goldeneye de Rare, eminencia en el género y uno de los mejores títulos de N64. No obstante, el estudio Iguana presentó un FPS adulto, violento y sobre todo más avanzado técnicamente.

Turok 2 supera a Goldeneye en varios aspectos: escenarios más grandes, voces dinámicas, juegos de luz impresionantes para aquella época (gracias al expansión pack) y enemigos con movimientos realistas, más rápidos e inteligentes gracias a una de las mejores inteligencias artificiales de aquellos años. Este último elemento puede ser lo más llamativo para las fanáticos del género, pues el título de Iguana es capaz de mostrar diferentes comportamientos en los enemigos; por ejemplo, estos huyen ante la adversidad, se autodestruyen, pelean con seres de distinta especie y utilizan variadas estrategias de combate.

La personalidad de este cartucho es difícil y violenta, siendo esta una seña de identidad que supo ganarse a conciencia. Desde el minuto uno el juego era exigente y la curva de dificultad aumenta progresivamente durante sus seis extensos niveles. Esta dificultad se debe en parte al tamaño de los pintorescos escenarios -hay que recorrer una enorme distancia hasta llegar a los puntos de guardado- y a los enemigos que te hacen emplearte a fondo poniendo a prueba tu puntería con el joystick de N64. Además, hay que cumplir distintos objetivos en cada nivel mientras sobrevives a la implacable fauna local hasta llegar al jefe de turno, los cuales tuvieron fama por su diseño y gran tamaño

Algo que siempre recordamos de Turok 2: Seeds of Evil es su arsenal, de los mejores que hemos visto en un juego de disparos. En los inicios contamos con un repertorio de herramientas primario que va tornándose cada vez más avanzado y destructivo conforme avanza la aventura. Poco a poco el juego va concediendo armas de destrucción más efectivas y sorprendentes, como el rifle de plasma, así como diferentes tipos de munición. Sin embargo, la munición siempre escasea y los enemigos son más poderosos según avanzamos. Aunque tenemos un variado arsenal, nunca sobra la munición. El juego nos obliga a combinar todo nuestro armamento para ahorrar munición, tan pronto puedes encontrarte lanzando misiles, como alternando escopetazos, flechas y ataques cuerpo a cuerpo.

Turok 2: Seeds of Evil

Como he mencionado, otra de las señas de identidad y que servía como reclamo es el nivel de violencia, detalle estrechamente ligado a la contundencia del arsenal. Su poder tiene un efecto demoledor sobre el cuerpo de las criaturas, causándoles amputaciones, decapitaciones, animaciones de agonía… la sangre corre a raudales, y por ello no estuvo libre de polémica. Su alto nivel de violencia sirvió para brindarnos un detalle genial que destacó mucho en su momento: las flechas que disparábamos con nuestro arco atravesaban a los enemigos y allí se quedaban ensartando sus cuerpos. No habíamos visto nada igual y hacer uso del arco suponía una auténtica delicia frente al lanzacohetes más potente. De este amplio catálogo de destrucción masiva también surgió una de las armas más originales de la historia de los videojuegos: el Cerebral Bore. Esta herramienta nos permitía localizar la cabeza de un enemigo para lanzar un taladro teledirigido sobre ella. Una vez alcanzado el objetivo, exprimía el cerebro y lo detonaba pulverizando la cabeza.

Un apartado que se debe destacar es el impresionante sonido: desde el ruido que hacen las criaturas hasta el sonido de las explosiones y las armas. Sin embargo, la banda sonora es lo que de verdad deja huella gracias a unas melodías orquestales de una gran calidad que a día de hoy todavía resuenan en nuestra mente.

Al principio, comentaba que Turok 2 superó a Goldeneye en algunos factores, pero no llegó a hacerlo en todos. Corrigió con creces el defecto más evidente de la primera entrega, la niebla, pero el control fue el apartado más criticado en el primer Turok y en la segunda parte se tomó buena nota de ello añadiendo un nuevo tipo de control más accesible. Sin embargo, Seeds of Evil no consiguió la impresionante precisión y suavidad de la obra de Rare, siendo el primero más rápido, con algo de inercia y cabeceo en el movimiento. A pesar de ello, una vez acostumbrados, el control cumple su cometido.

Turok 2 Seeds of Evil, Nintendo 64

También se tuvo en cuenta el éxito del modo para varios jugadores del título de Rare. Turok 2 cumplió en este apartado con un buen Deathmatch para cuatro jugadores que incluye un divertido modo donde uno de los cuatro jugadores es un mono y el resto intenta cazarlo. El juego escoge de manera aleatoria al jugador que encarnaba al primate. Esta modalidad es realmente divertida.

El primer Turok ya había demostrado con gran acierto las capacidades de  Nintendo 64. Durante esa generación, la consola sería responsable del impulso y la revolución del FPS en consola gracias a joyas como el citado Goldeneye y Perfect Dark. Este mérito casi nunca se le ha reconocido ya que no tuvo el éxito de su competidora PSOne. Sin embargo, estos dos ejemplos junto a Turok 2: Seeds of Evil marcaron una clara diferencia frente a otros juegos de la competencia como Medal of Honor, uno de los mejores títulos dentro del género que tenía la consola de Sony.

Turok 2: Seeds of Evil es un gran videojuego y uno de los mejores de N64, pertenece a una época en la que tus enemigos acababan contigo si no eras lo suficiente hábil, un tiempo en el que para terminar un nivel debías esforzarte al máximo, cuando el jugador era quien debía amoldarse al juego y no al revés.

Tags FPSretro

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RUBIO

Un videojuego puede ser como un buen libro o una gran película. Siempre digo que existe un juego para cada persona. Si aún hay alguien por ahí que no se ha enganchado a los videojuegos es porque todavía no ha encontrado su juego. Cuando lo encuentras, descubres una llave que abre la puerta a un mundo de diversión y entretenimiento sin igual.

6 comments

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  1. Belmont 13 agosto, 2020 at 18:32 Responder

    Me gustan mucho estas entradas porque recuerdo juegos aparcados en la memoria. Mi problema con la N64 era el control de los juegos en 3 dimensiones. Me costó mucho acostumbrarme a los polígonos y a su movimiento en la pantalla. A día de hoy, sigo prefiriendo los primeros Zelda al Ocarina of Time, solo por este motivo. En el caso de Turok, me pasó lo mismo, los controles no eran cómodos. Creo que el mando de PS1 era mucho más agradable y tradicional.

    Un abrazo.

    • RUBIO 15 agosto, 2020 at 21:17 Responder

      El salto a las tres dimensiones requería un mando especial y un joystick multidereccional para explorar los nuevos mundos 3D que Nintendo 64 podía generar gracias a su potencial. Es cierto que al principio podía hacerse extraño pero una vez habituado el mando a mi personalmente me parecía cómodo y con muchas posibilidades para controlar sus juegos. Imagina manejar Goldeneye, SW: Rogue Squadron o Zelda Ocarina of Time con la cruceta del mando de PS1, sencillamente sería incompatible con los entornos y escenarios de estos juegos. Pienso que no era una cuestión de comodidad Belmont, era adaptarse a los nuevos tiempos. Veníamos de las consolas de 16 bits con los entornos 2D y la cruceta tradicional. Los avances técnicos requieren cambios en el control y el joystick era la evolución lógica.

  2. Romo 13 agosto, 2020 at 21:50 Responder

    Gran título, sin duda el mejor de la saga y un referente de Nintendo 64, comparable al Goldeneye he incluso lo supera en algunos aspectos como bien dices. El control se pulió pero el mando de la N64 no ayudó si no estabas acostumbrado a el. Es querido y odiado al mismo tiempo.

  3. Cejel 20 agosto, 2020 at 08:03 Responder

    Qué gran reportaje Rubio, buenos recuerdos tengo del Turok 2, como bien dices, de lo mejorcito que sacó N64, pepino de juego.
    Si no recuerdo mal, el Turok 2 fue el que añadí a la lista de los diez videojuegos… jejejeje.
    Voy a ver si venden algún Cerebral Bore por Amazon, me vendría muy bien.

    ¡¡¡¡¡¡The Portal Activation!!!!!!!!

  4. Ruryk Z 20 agosto, 2020 at 14:40 Responder

    Como bien dice Belmont, Rubio siempre nos trae muy buenos recuerdos con estos reportajes. Turok 2 es para mi uno de los mejores juegos de esa generación por muchos motivos: gráficos, IA, sonido y la declaración de que los juegos en consolas de Nintendo no eran solo «cosa de niños». Aluciné con la primera entrega desde el momento en que conecté el cartucho en N64, me parecía increíble que en 1997 se pudiera conseguir aquello (era un niño muy fácil de asombrar también jaja). Pero con la segunda parte, en el momento en el que la iguana se pone a disparar en la presentación del cartucho, supe que aquello era algo grande.
    Disfruté muchísimo disparando a todo lo que se moviera y, como nombra Cejel, el Cerebral Bore era alucinante. ¿Hubo mejores FPS en N64? Por supuesto. Pero Turok 2 puede mirarlos directamente a los ojos y ponerse farruco si quiere con ellos.
    ¡Queremos más reportajes así Rubio!

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