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Relatos del videojuego: Game & Watch, pequeño tesoro

En la década de los años 80 pequeñas portátiles de movimientos predefinidos marcaban una nueva era de diversión y entretenimiento. Aquellos sencillos juegos no solo ofrecían un amplio abanico de experiencias, alguna muy peculiar, eran capaces de ejercer el mismo poder de diversión, reto y adicción que hoy día seguimos experimentando con el videojuego más avanzado técnicamente.

Los salones recreativos y los primeros ordenadores domésticos a menudo son recordados como los inicios primitivos de la mayoría de los jugadores veteranos, pero estas pequeñas máquinas portátiles también jugaron un papel importante a la hora de «reclutar» seguidores para una forma de entretenimiento que ha evolucionado hacia unas proporciones épicas.

Mi primera Game & Watch, Donkey Kong II. Estas líneas son un pequeño pero sincero homenaje hacia esa pequeña máquina adquirida como regalo en el clásico local de decomisos de un barrio cualquiera. Siempre en el bolsillo de unos vaqueros desgastados, una pequeña cómplice que resultaba ideal para mantenerse entretenido durante largas y aburridas reuniones de adultos. Una especie de objeto mágico que al abrirlo en el patio del colegio, arremolinaba a un buen número de cabezas curiosas en torno a tu cogote. Cada noche, como si de un ritual sagrado se tratara, jugaba una partida en la cama antes de irme a dormir, aquellos «soniquetes» que marcaban el sencillo ritmo de los movimientos de la acción, eran la banda sonora perfecta para despedir el día.

 

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Pasaron los años, llegaron máquinas más avanzadas con juegos increíbles, mi Game & Watch terminó cayendo en el desuso ante nuevas experiencias más complejas dotadas de una mayor profundidad. De vez en cuando me encontraba accidentalmente con ella por casa, aparecía dentro de algún cajón, entre otros juguetes dentro de un cesto… la observaba como una especie de reliquia obsoleta que nada tenía que ofrecerme frente a las poderosas consolas que vinieron después. Sin embargo, el destino quiso que sobreviviera al paso del tiempo, que fuera testigo de mi transición de niño a persona adulta. Hasta que un buen día decidí rescatarla como un bonito recuerdo.

Como oro en paño y en sitio privilegiado entre una humilde pero amplia colección, así permanece custodiada con celo una pequeña y dorada llave que, siendo aún muy joven, me abriría, sin yo saberlo, la puerta hacia un mundo increíble. Más que una afición predilecta, casi una religión, una forma de vida con la que fui creciendo mientras ella, a la par, también se desarrollaba hasta unos niveles con los que solamente podíamos soñar durante aquellos años, cuando ilusionados, sosteníamos una de estas pequeñas portátiles y a veces imaginábamos lo que estaba por venir. Game & Watch, símbolo de una época, bandera de mi afición.

 

 

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Un videojuego puede ser como un buen libro o una gran película. Siempre digo que existe un juego para cada persona. Si aún hay alguien por ahí que no se ha enganchado a los videojuegos es porque todavía no ha encontrado su juego. Cuando lo encuentras, descubres una llave que abre la puerta a un mundo de diversión y entretenimiento sin igual.

3 comments

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  1. Andrés R. A 15 mayo, 2017 at 01:46 Responder

    Hola. Debo decir que me encantó el artículo. Trajo a mi recuerdos simplemente geniales, cuando jugaba con mis mini portátiles de Nintendo.

    Gracias y hablaré a mis conocidos de este Blog.

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